A LOS AMANTES DE NUESTRO PASADO

A LOS AMANTES DE NUESTRO PASADO, DE NUESTRAS GESTAS Y BATALLAS, DE NUESTROS HEROES Y NUESTROS SANTOS. A VOSOTROS QUE SOÑAÍS CON NUESTRA HISTORIA: BIENVENIDOS

sábado, 17 de diciembre de 2011

CASTILLA CAPITAL DEL CONOCIMIENTO: ALFONSO X EL SABIO

ALFONSO X EL SABIO
Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio (Toledo, 23 de noviembre de 1221 – Sevilla, 4 de abril de 1284), fue rey de Castilla entre 1252 y 1284.

A la muerte de su padre, Fernando III El Santo, reanudó la ofensiva contra los musulmanes, ocupando Jerez (1253) y Cádiz (c. 1262). En 1264 tuvo que hacer frente a una importante revuelta de los mudéjares de Murcia y el valle del Guadalquivir. Como hijo de Beatriz de Suabia, aspiró al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, proyecto al que dedicó más de la mitad de su reinado sin obtener éxito alguno. Los últimos años de su reinado fueron especialmente sombríos, debido al conflicto sucesorio provocado por la muerte prematura de Fernando de la Cerda, primogénito de Alfonso X, y la minoridad de sus hijos, lo que desembocó en la rebelión abierta del infante Sancho y gran parte de la nobleza y las ciudades del reino. Alfonso murió en Sevilla durante el transcurso de esta revuelta, no sin antes haber desheredado a su hijo Sancho.

Llevó a cabo una activa y beneficiosa política económica, reformando la moneda y la hacienda, concediendo numerosas ferias y reconociendo al Honrado Consejo de la Mesta.
También es reconocido por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por su escritorio real. Alfonso X patrocinó, supervisó y a menudo participó con su propia escritura y en colaboración con un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos conocido como Escuela de Traductores de Toledo, en la composición de una ingente obra literaria que inicia en buena medida la prosa en castellano.
En 1935, se le reconoce como astrónomo nombrándole en su honor el cráter lunar Alphonsus
Cumplida la mayoría de edad a los diecinueve años, Alfonso utiliza oficialmente el título de heredero y comienza a ejercer actividades de gobierno en el reino de León. Poco después, afronta diversas operaciones militares:
  • En 1243, debido a la enfermedad que sufría su padre, el infante se hizo cargo de la campaña de conquista del reino de Murcia (1243–1245), con la ayuda de ciertos caudillos musulmanes del territorio. En el transcurso de estas operaciones firmó el Tratado de Almizra (26 de marzo de 1244) con Jaime I de Aragón, su futuro suegro, estableciendo las fronteras entre ambos reinos.
  • En 1246–1247 participó en la guerra civil portuguesa, apoyando a Sancho II de Portugal frente a su rival Alfonso de Bolonia.
  • En 1247–1248 colaboró en primera línea en la conquista de Sevilla. A causa de la quebrantada salud de su padre, Alfonso se ocupó del reparto entre los miembros de la hueste de los nuevos territorios adquiridos, así como de distintas labores de gobierno.
Dos años antes de la toma de la ciudad de Sevilla se habían celebrado los esponsales del infante Alfonso con la infanta Violante de Aragón, hija de Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, aunque hasta el 29 de enero de 1249 no se celebró la boda en la ciudad de Valladolid.
El 30 de mayo de 1252 falleció Fernando III el Santo, y el 1 de junio fue proclamado rey el infante Alfonso, que reinaría como Alfonso X de Castilla y de León.

Reformas legislativas

Alfonso X pretendía renovar y unificar los diversos fueros que regían sus dominios. Para lograr ese objetivo, el primer paso fue la redacción del Fuero Real para las ciudades del país.
El Espéculo sería la primera redacción de un código legal unificado, en la línea del Fuero Real. Sería promulgado en 1255. El rey castellano decidió entonces que su equipo de juristas elaborara un nuevo código legal ampliado, basado en el Espéculo y en el Derecho romano-canónico. Se trata de las Siete Partidas, redactadas entre 1256 y 1265, y de las que se ha llegado a decir[ ] que son, por su calidad y trascendencia interna y exterior, equiparables en el mundo del Derecho a lo que fue la obra de Santo Tomás de Aquino para la teología.

Las reformas legislativas del rey produjeron el rechazo de elementos ciudadanos y nobiliarios, cuyos privilegios se veían amenazados por la creciente intervención del Estado en las legislaciones privativas. Este rechazo fue una de las causas de la gran rebelión nobiliaria de 1272.

Actividad repobladora

Sin duda, la labor más importante en este ámbito emprendida por este monarca fue la repoblación del antiguo reino de Sevilla, que permitió consolidar las conquistas de Fernando III. Nada más rendirse la ciudad hispalense, se procedió al reparto de las casas de su casco urbano y de las tierras de alrededor entre los soldados de las huestes reales y nobiliarias, así como entre gentes procedentes de todos los rincones de la Corona de Castilla. Este modelo de repoblación, que vació de musulmanes aquellas localidades que habían sido tomadas por fuerza o que capitularon tras un sitio (caso de las principales ciudades del valle del Guadalquivir), convivió con el mantenimiento de la población autóctona en diferentes zonas. Muchas localidades serranas de Jaén y Córdoba, y otras de las campiñas y llanuras, se rindieron a los castellanos mediante capitulación, por la cual éstos se hacían cargo de sus fortalezas y del cobro de impuestos, mientras que los mudéjares conservaban cierta autonomía política y religiosa.

La rebelión nobiliaria de 1272

En 1272 la gran mayoría de los nobles, encabezados por el infante Felipe (hermano de Alfonso X) y Nuño González de Lara, plantearon una serie de reivindicaciones al monarca. Éstas podrían resumirse en: la petición de más ingresos percibidos de la Corona por los «ricoshombres»; la renuncia a la política autoritaria y centralizadora del soberano; y la derogación de las leyes que éste había impuesto para llevarla a cabo. Al hacer Alfonso oídos sordos a estas protestas, los aristócratas se «desnaturaron» y se exiliaron en Granada junto a sus ejércitos feudales, provocando graves daños a su paso. Entre 1272 y 1273 el infante heredero, Fernando de la Cerda, negoció la reconciliación con los rebeldes en un difícil contexto de guerra contra nazaríes y benimerines. Finalmente, el príncipe logró la paz con ellos y con Granada.

La problemática sucesión

El primogénito y heredero al trono, Fernando de la Cerda, murió en 1275 en Villa Real, cuando se dirigía a hacer frente a una nueva invasión norteafricana en Andalucía. De acuerdo con el derecho consuetudinario castellano, en caso de muerte del primogénito en la sucesión a la Corona, los derechos debían recaer en el segundogénito, Sancho; sin embargo, el derecho romano privado introducido en Las Siete Partidas establecía que la sucesión correspondía a los hijos de Fernando de la Cerda.

El rey se inclinó en principio por satisfacer las aspiraciones de Sancho, que se había distinguido en la guerra contra los invasores islámicos en sustitución de su difunto hermano. Pero luego el rey, presionado por su esposa Violante y por Felipe III de Francia, tío de los llamados «infantes de la Cerda» (hijos de Fernando), se vio obligado a compensar a éstos. Sancho, conocido por la historiografía como el Bravo por su fuerte carácter, se enfrentó a su padre cuando éste pretendió crear un reino en Jaén para el mayor de los hijos del antiguo heredero, Alfonso de la Cerda.
Finalmente, Sancho y buena parte de la nobleza del reino se rebelaron, llegando a desposeer a Alfonso X de sus poderes, aunque no del título de rey (1282). Sólo Sevilla, Murcia y Badajoz permanecieron fieles al viejo monarca. Alfonso maldijo a su hijo, a quien desheredó en su testamento, y ayudado por sus antiguos enemigos los benimerines empezó a recuperar su posición. Cuando cada vez más nobles y ciudades rebeldes iban abandonando la facción de Sancho, murió el Rey Sabio en Sevilla, el 4 de abril de 1284.

NO8DO es el lema y logotipo del Ayuntamiento de Sevilla, y por ello está presente en numerosos edificios. Este lema consta de dos sílabas y entre ellas un 8 o forma de madeja de hilo de lana (NO8DO). Fue el emblema menor de la ciudad, inferior en rango al escudo tradicional de la ciudad; en la última década lo han convertido oficialmente en el emblema mayor de Sevilla. Su origen, procede de las sílabas iniciales de Nomen Domine, abreviación de [en el nombre de Dios]. Nomine domini, también aparece, en el lema del friso del cuerpo de campanas de la Giralda.

Según la leyenda, este lema hace referencia a la lealtad que mantuvo la ciudad al rey Alfonso X el Sabio en la guerra contra su hijo Don Sancho en el siglo XIII. En el alzamiento que destituyó del trono al Rey Alfonso X en favor de su hijo Sancho IV, sólo la ciudad de Sevilla le dio refugio. Sancho dejó que la ciudad siguiera fiel al Rey Alfonso, y como muestra de su gratitud a Sevilla, permitió al Ayuntamiento que en su escudo pusiera el lema con las sílabas NO y DO, y entre ellas una madeja, representando la fidelidad de la ciudad al Rey Alfonso X: "No me ha dejado".

domingo, 27 de noviembre de 2011

CASTILLA Y LEON, SU UNIDAD DEFINITIVA: FERNANDO III EL SANTO


Fernando III de Castilla (Zamora 5 de agosto de 1199– Sevilla, 30 de mayo de 1252), llamado el Santo, rey de Castilla[] (1217 – 1252) y de León [](1230– 1252).

Hijo de Berenguela I, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León. Durante su reinado se unificaron definitivamente las coronas de Castilla y León, que habían permanecido divididas desde la época de Alfonso VII el Emperador, quien a su muerte las repartió entre sus hijos, los infantes Sancho y Fernando.
Durante su reinado fueron conquistadas y arrebatadas a los musulmanes, en el marco de la Reconquista, entre otras plazas, las ciudades de Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia, obligando con ello a retroceder a los reinos musulmanes, que, al finalizar el reinado de Fernando III el Santo, únicamente poseían en la Península Ibérica las actuales provincias de Huelva, Cádiz, Málaga, Granad y Almería.
Fue canonizado en 1671, siendo papa Clemente X, y reinando en España Carlos II.

Tras la temprana muerte del rey de Castilla Enrique I, hermano menor de su madre y la abdicación de ésta, es nombrado rey de Castilla el 1 de mayo de 1217, en un acto realizado en Nájera. Nada más tomar posesión de la corona, tuvo que enfrentarse a una revuelta nobiliaria, encabezada por la casa de los Lara y fomentada por el vecino Reino de León.

Contrae matrimonio con Beatriz de Suabi (1219). A partir de 1224, aprovechando las discordias surgidas entre los almohades a la muerte de Abu Yacub Yusuf, dedicó su esfuerzo a dirigir las campañas de conquista de los territorios dominados por los musulmanes, combinando hábilmente las acciones diplomáticas con beneficiosas intervenciones bélicas aprovechando las discordias existentes en los distintos reinos musulmanes. Así, entre 1225 y 1227 las tropas castellanas se hacen con Andújar, Martos y Baeza, lugares clave para la conquista de Andalucía.

A la muerte de su padre, Alfonso IX, rey de León, en 1230, los partidarios de Fernando no respetaron su testamento, reivindicando el trono de León, que el rey, su padre, había legado a Sancha y Dulce, hijas de su matrimonio con Teresa de Portugal. Tras una reunión entre las dos reinas consortes, Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, se firma la Concordia de Benavente, en el que se declara la inviabilidad del testamento de Alfonso IX y el traspaso de la corona de León a Fernando a cambio de una compensación económica a Dulce y Sancha, que incluía la cesión de tierras que se reincorporarían a Castilla cuando éstas murieran. De ese modo se unieron dinásticamente -siguieron conservando Cortes, leyes e instituciones diferentes- León y Castilla en la persona de Fernando.

Tras lograr la unión de sus reinos, se dedica de manera sistemática a la conquista del valle del Guadalquivir. En 1231 tomó la plaza de Cazorla en Jaén, junto al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada. Las fuerzas reales se adueñan posteriormente de la campiña cordobesa y de forma inesperada se apoderan de la capital cordobesa en 1236. En 1240 se apoderó de Lucena. En 1243, el rey del taifa de Murcia se sometió a vasallaje y poco después su hijo, el Infante Alfonso, ocupó el reino murciano de forma pacífica. En 1244, se establecen las fronteras con el Reino de Aragón en el tratado de Almizra, asignando al reino de Castilla las plazas de Orihuela, Elche y Alicante. Este mismo año, sus súbditos Rodrigo González Girón y el Maestre de Santiago, Pelayo Pérez Correa, se apoderan de los últimos reductos murcianos: Cartagena, Lorca y Mula.

Desde entonces fue avanzando por el Guadalquivir. Jaén es conquistada tras años de ataques en 1246, y en noviembre del año 1248 se apodera de Sevilla, tras quince meses de asedio y con el auxilio del marino Ramón de Bonifaz, a quien el rey había encargado en 1247 la formación de una flota con naves procedentes del Cantábrico y con la que habría de remontar el río Guadalquivir y completar el cerco sobre la ciudad. A la toma de Sevilla siguió la de Medina Sidonia y Arcos de la Frontera, entre otras. Cuando falleció en 1252, preparaba una expedición contra el norte de África, tratando de evitar las posibles amenazas que pudieran proceder de esa zona.

Trató de unificar y centralizar la administración de los reinos castellano y leonés, promovió la traducción del Fuero juzgo e impuso el castellano como idioma oficial de sus reinos en sustitución del latín. Repartió las nuevas tierras conquistadas entre las órdenes militares, la Iglesia y los nobles.

En el ámbito cultural y religioso, mandó levantar las catedrales de Burgos y León. Se esmeró por que en su Corte se le diera importancia a la música y al buen hablar literario

El cadáver del rey Fernando III el Santo recibió sepultura en la Catedral de Sevilla, tres días después de su defunción. Fernando III había dispuesto en su testamento que su cadáver recibiese sepultura al pie de la imagen de la Virgen de los Reyes, que se supone le fue regalada al monarca por el rey San Luis de Francia, y había ordenado además que su sepultura fuera sencilla, sin estatua yacente. No obstante, tras la muerte del rey, su hijo Alfonso X el Sabio ordenó realizar los mausoleos de sus padres, revestidos de plata, y las efigies sedentes que les representaban, recubiertas de metales preciosos y piedras preciosas, contraviniendo así el deseo de su padre.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¿CATALUÑA? ¿ARAGON? ALFONSO II ES LA RESPUESTA


Alfonso II de Aragón apodado el Casto (Huesca, 1-25 de marzo de 1157 - Perpiñán, 25 de abril de 1196). Rey de Aragón, conde de Barcelona y conde de Provenza (desde 1166, con el título de marqués),entre el 18 de julio de 1164 y el 25 de abril de 1196.
Hijo primogénito de Ramón Berenguer IV el Santo, conde de Barcelona y desde 1137 príncipe de Aragón y conde de Barcelona; y de Petronila, reina titular de Aragón.
Reinó con el nombre de Alfonso en honor a Alfonso I el Batallador hermano de su abuelo. Al cumplir la edad legal, siete años, para poder asumir la dignidad regia, recibe de su madre, la reina Petronila, en 1164, conjuntamente el Reino de Aragón y el Condado de Barcelona, que tras la incorporación del Reino de Valencia, y desde la última década del siglo XIII, comenzarán a recibir la denominación de Corona de Aragón, si bien entre el siglo XII y el XIV la expresión más extendida para referirse a las tierras y pueblos del rey de Aragón fue la de Casal d'Aragó.
Alfonso II gobernó como rey de Aragón, conde de Barcelona y marqués de Provenza.

Se casó en Zaragoza con Sancha de Castilla y Polonia (tía de Alfonso VIII de Castilla) el 18 de enero de 1174, a la edad de 16 años, a la que, según el Derecho Canónico, un hombre casado alcanzaba la mayoría de edad. Además, con ello fue armado caballero y pudo actuar al frente de su reino sin la tutoría de los magnates que la habían ejercido desde 1162.

Incorporó a su reino las tierras occitanas de Provenza, el Rosellón y el Pallars Jussà. Firmó con su cuñado, el rey castellano Alfonso VIII, el tratado de Cazola en 1179, pero años más tarde y mediante el tratado de Huesca (1191), se alió con los monarcas de León, Portugal y Navarra contra la hegemonía castellana. Su hijo Pedro II le sucede en las posesiones peninsulares.

Amparó las artes y las normas del amor cortés y él mismo se ejercitó en la poesía, intercambiando escritos con importantes trovadores de la época, como Giraut de Bornelh.

Dentro de la Corona de Aragón, durante el reinado de Alfonso II se consolidó la estructura jurídica y territorial de lo que sería Cataluña: se establecieron las veguerías como división comarcal, se definieron los límites del territorio en la asamblea de Paz y Tregua de 1173 como "de Salses a Tortosa y Lérida" (a Salsis usque ad Dertusam et Ilerda), y promovió la elaboración de los inventarios de los derechos condales (Liber Feudorum Maior, hacia 1194).
En su testamento, Alfonso II dispuso que, a su muerte, ocurrida en abril de 1196, sus territorios se repartieran entre sus dos hijos: Pedro, rey de Aragón y conde de Barcelona (1196-1213), y Alfonso, conde de Provenza, Milhau y Gavaldá (1196-1209).

Con esta disposición testamentaria, además de dotar de un dominio a su hijo menor, el rey sancionó la necesidad de Provenza de disponer de un gobernador propio. En 1185, Alfonso II había nombrado conde de Provenza a su hijo Alfonso, menor de edad; por eso, el rey encargó el gobierno provenzal a procuradores, como Roger Bernat de Foix (1185-1188), Barral de Marsella (1188-1192) y Lope Jiménez.

sábado, 5 de noviembre de 2011

PERSONAJES DE LAS NAVAS DE TOLOSA II

Don Diego López de Haro: Otro vasco héroe de la Hispanidad
Nació en el año 1150 en una de las familias más poderosas de Castilla, la casa de Haro. Fue Señor de Vizcaya entre 1170 y 1214.

Fue partícipe de numerosas batallas al servicio de Alfonso VIII, especialmente en la guerra que en 1199-1200 provocó la vuelta de Álava y Guipúzcoa al reino castellano tras breve pertenencia al de Navarra. Tomó parte en la batalla de Alarcos (1195), que concluyó en derrota cristiana sobre todo por no aceptar Alfonso VIII la llegada de las huestes aliadas de Alfonso IX de León.
 En 1197 dirigió la defensa de Madrid durante el breve sitio sufrido a manos de los almohades, quienes finalmente se retirarían hacia sus posiciones seguras en Andalucía.


En 1179 se habían adjudicado las tierras riojanas a Castilla y las guipuzcoanas y alavesas a Navarra por el tratado suscrito entre Alfonso VIII y Sancho el Sabio. Pero en 1200, con motivo de la guerra que enfrentó a dicho rey castellano con el navarro Sancho el Fuerte, el ejército castellano, encabezado por Diego López de Haro, conquistó definitivamente ambas provincias para su reino. Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, escribió al respecto en su Historia de los hechos de España:
«Por su parte el noble rey Alfonso de Castilla volvió a atacar el condado de Treviño y Álava y, después de largo asedio, inició el asalto de Vitoria (...) Y de esta forma conquistó el rey Alfonso Vitoria, el condado de Treviño, Álava y Guipúzcoa con las fortalezas y castillos de estas tierras, salvo la ciudad de Treviño, que la obtuvo más tarde a cambio de Inzura (...). Conquistó San Sebastián, Fuenterrabía, Belascoaga, Zaitegui, Aizcorroz, Arlucea, Arzorocia, Victoriano, Marañón, Auza, Ataun, Irurita y San Vicente».
Sin embargo, la mayor ocasión de Diego de Haro fue su participación como adalid del ejército castellano en la batalla de las Navas de Tolosa el 16 de julio del año 1212, que abriría a los cristianos la entrada en Andalucía y marcaría el comienzo del fin de la presencia islámica en España. Diego López de Haro comandó la vanguardia del ejército castellano junto con su hijo Lope y sus sobrinos Sancho Fernández y Martín Muñoz. La mesnada de los Haro se componía de quinientos caballeros, junto a los que se agrupaba la milicia del concejo de Madrid.

Diego López fue uno de quienes quebró el palenque guarnecido por esclavos encadenados que protegía el puesto de mando del califa almohade Muhammad al-Nasir, que decidió el resultado de la batalla.

Tras la batalla de las Navas participó en la toma de Alcántara (1213) y en el frustrado sitio de Baeza, que finalmente sería tomada unos años después. Falleció el 16 de septiembre de 1214, tres semanas antes que Alfonso VIII, y fue enterrado en Santa María la Real de Nájera.

sábado, 29 de octubre de 2011

PERSONAJES DE LAS NAVAS DE TOLOSA I



Alfonso VIII de Castilla
Alfonso VII nació en Soria un 11 de Noviembre del 1155 y murió en Avila un 6 de Octubre del 1214. Se le conoció como “el de las Navas” y “el noble”.

Fue rey de Castilla entre los años 1158 y 1214. Hijo de Sancho III el deseado y Blanca Garcés de Navarra. Derrotó a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212. Fue sucedido en el trono por su hijo Enrique I de Castilla.

Durante su minoría de edad hubo una guerra civil entre los seguidores de su tutor, Gutiérrez Fernández de castro (la Casa de Castro) y los seguidores de los pretendientes a esta tutela, la Casa de Lara. Sus vecinos aprovecharon esta circunstancia para arrebatar a Castilla algunos de sus territorios como Logroño, parte de La Rioja o Burgos. Durante esta guerra, la Casa de Lara se trasladó con el joven Alfonso a la ciudad de Avila, que desde entonces se conocerá como Avila del Rey o Avila de los leales.

En 1170 alcanza la mayoría de edad y es proclamado rey en las Cortes de Burgos donde se concierta el matrimonio con Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, hermana de Ricardo Corazón de Leon, que aportó como dote el condado de Gascuña.

Su primer objetivo es recuperar los territorios perdidos durante su minoría de edad, para lo cual se alía con el Rey de Aragón, Alfonso II el Casto.

Presionado por los ataques almohades cedió a la Orden de Calatrava la fortaleza de Zorita de los Canes junto y a la Orden de Santiago la villa de Uclés , siendo desde entonces la casa principal de esta orden militar. Desde esta plaza inicia una ofensiva contra los musulmanes, que culmina con la reconquista de Cuenca en 1177. La ciudad se rinde el 21 de septiembre, festividad de San Mateo, celebrada desde entonces por los conquenses.

Alfonso VIII fue el fundador del primer estudio general español, el studium generale de Palencia (primera Universidad de España y una de las primeras de Europa), que decayó tras su fallecimiento. Además, su Corte sería un importante instrumento cultural, que acogería trovadores y sabios, especialmente por la influencia de su esposa gascona doña Leonor.
Tras fundar Plasencia en 1186, y con intención de unificar a la nobleza castellana, relanza la Reconquista, recupera parte de La Rioja que estaba en manos navarras y la reintegra a su reino. Establece una alianza con todos los reinos peninsulares cristianos -a la sazón, Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón- para proseguir ordenadamente conquistando las tierras ocupadas por los almohades.

El califa almohade cruza el Estrecho de Gibraltar y desembarca en Tarifa al frente de un poderoso ejército con el que se dirige hacia tierras castellanas. Alfonso VIII recibe la noticia y reúne a su ejército en Toledo y aunque consiguió el apoyo de los reyes de León, Navarra y Aragón para hacer frente a la amenaza almohade, no espera la llegada de dichas tropas y se dirige hacia Alarcos, donde el 19 de julio de 1195 sufre una estruendosa derrota que supuso una importante pérdida de territorio y la fijación de la nueva frontera entre Castilla y el Imperio almohade en los Montes de Toledo.

Alfonso VIII se encontró en una peligrosa situación que le llevó a la posibilidad de perder Toledo y todo el valle del Tajo, por lo que el rey solicitó en 1212 al papa Inocencio III la predicación de una Cruzada a la que no sólo respondieron sus súbditos castellanos, sino también los aragoneses con su rey, Pedro II el Católico, los navarros dirigidos por Sancho VII el Fuerte, y las órdenes militares, como las de Calatrava, del Temple, de Santiago y de Malta.

Con todos ellos y tras la recuperación de los enclaves del valle del Guadiana (Calatrava, Alarcos, Benavente, etc.) alcanzó la esperada victoria sobre el califa almohade Miramamolín en la batalla de las Navas de Tolosa, librada el 16 de julio en las inmediaciones de Santa Elena (Provincia de Jaén).
Alfonso VIII falleció el día 6 de octubre de 1214, dejando constancia de ello el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada en su obra De rebus Hispaniae:

"Habiendo cumplido LIII años en el Reyno el noble Rey Alfonso, llamó al Rey de Portugal su yerno para verse con él; y habiendo empezado su camino dirigido a Plasencia, última ciudad de su dominio, empezó a enfermar gravemente en cierta aldea de Arévalo que se llama Gutierre Muñoz, donde últimamente, agravado de una fiebre, terminó la vida y sepultó consigo la gloria de Castilla, habiéndose confesado antes con el''Arzobispo Rodrigo, y recibido el sumo Sacramento del Viático, asistiéndole Tello, obispo de Palencia, y Domingo, de Plasencia."

domingo, 16 de octubre de 2011

LA RECONQUISTA VI: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

LAS NAVAS DE TOLOSA
La batalla de las navas de Tolosa es uno de los hechos más importantes de la Historia de España y fundamentalmente porque es en esta batalla donde la Reconquista alcanza la auténtica dimensión de guerra de civilizaciones y donde, junto a las Termópilas y Lepanto, Occidente se jugó su existencia.
En España, y bajo el llamamiento a la Cruzada realizado por el Papa Inocencio III, caballeros de toda Europa dieron su sangre y su vida por la Cristiandad. Enfrente, árabes procedentes no sólo de la España invadida, sino también del Atlas, del sur del Sáhara y del Extremo Oriente, que habían acudido a la llamada de la Yihad. Arabes de todo Africa y Oriente lucharon con el sueño de llegar, desde España a la propia Roma, con el objetivo último de conseguir la victoria final sobre el Cristianismo en su propia capital.
Pero las Navas de Tolosa no sólo es un episodio más de la lucha de Oriente contra Occidente. Es también la  victoria de la idea de España como nación: Señores de Vizcaya, Navarra, Portugal y  Aragón acudieron junto al Rey Alfonso VIII de Castilla en defensa del solar patrio. Entre ellos fue crucial la intervención del vasco Diego López de Haro, del navarro Sancho VI, del aragonés Pedro II y del portugués  Alfonso II. Es el 1212 cuando realmente la Reconquista alcanza su dimensión Nacional. No es la España cristiana y la España mora. Es España reconquistando su tierra invadida.

Tan importante es la intervención de los navarros en esta batalla, que la actual bandera de Navarra lleva incorporadas las cadenas, cadenas con las que los árabes se encadenaban para no desertar del combate y que en las Navas los navarros cortaron facilitando así la victoria final cristiana.
Y es también en las Navas donde San Isidro Labrador enseña a los españoles un paso entre las montañas por el que las tropas cristianas bajo el mando de López de Haro pudieron cruzar. Era el paso hoy conocido como Puerto del Rey.

Es a partir de esta batalla donde el poder árabe en la Península Ibérica empieza  a decaer de forma progresiva hasta culminar 300 años después en la conquista de Granada por los propios Reyes Católicos. El año 1212 supone el comienzo del definitivo avance hacia el Sur de los cristianos en su Reconquista. En las siguientes entradas iremos viendo los protagonistas de este crucial momento.

sábado, 8 de octubre de 2011

SANCHO III EL DESEADO
Hijo primogénito de Alfonso VII y de su esposa Berenguela de Barcelona, el 21 de agosto de 1157, a la muerte de su padre, heredó el reino de Castilla, al tiempo que su hermano, Fernando II, heredaba el reino de León. La división del reino de Castilla y León entre los dos hijos de Alfonso VII no derivó en conflicto entre los hermanos debido a la intervención de su hermanastra Sancha de Castilla y de Polonia, esposa del rey de Navarra Sancho VI, que intervino en la disputa a fin de que ambos respetaran los límites territoriales de cada reino.

El 30 de enero de 1151 contrajo matrimonio en la ciudad de Calahorra con Blanca Garcés de Navarra, hija del rey navarro García Ramírez de Navarra y de Margarita de L'Aigle. Fruto del único matrimonio del rey nacería, en 1155, el infante Alfonso, que heredó el trono de Castilla tras la defunción de su padre, ocurrida en 1158.

En 1158 contribuyó a la creación de la Orden de Calatrava cuando los templarios rehusaron mantener la defensa de la plaza fronteriza de Calatrava que les había sido concedida por Alfonso VII en 1147. Sancho III entregó entonces la tenencia y el señorío de Calatrava al abad Raimundo de Fitero y al caballero Diego Velázquez, que fundaron la Orden de Calatrava.


Siguiendo la política de su padre logró que, en 1157, su cuñado el rey navarro Sancho VI, y en 1158, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV le rindieran homenaje y se declararasen vasallos suyos. Ese mismo año invadió el reino de su hermano Fernando II de León, pero no llegó a enfrentarse con él, ya que ambos monarcas sellaron un acuerdo, conocido como el tratado de Sahagún, que fue rubricado el día 23 de mayo de 1158.

Sancho III se comprometió a devolver a su hermano el rey de León las tierras fronterizas entre ambos reinos que él había conquistado, a cambio de que éstas fueran dadas en señoríos a nobles leoneses cercanos al rey castellano. También acordaron prestarse ayuda mutua frente a terceros, y se repartieron las zonas de influencia sobre los territorios musulmanes aún no conquistados, y establecieron que si alguno de ellos fallecía sin descendencia el reino del finado sería herededado por el hermanosuperviviente.

La muerte de Sancho III de Castilla, ocurrida en la ciudad de Toledo el día 31 de agosto de 1158 invalidó el tratado de Sahagún, que el difunto rey había firmado con su hermano. Fue sucedido en el trono por su hijo Alfonso, entonces menor de edad, lo que originó una lucha por el poder en el reino de Castilla entre la Casa de Lara y la Casa de Castro.

LA RECONQUISTA VI

ALFONSO I DE ARAGON
Alfonso I de Aragón el Batallador ( 1073 – Poleñino, Huesca, 7 de septiembre de 1134)[ ] fue rey de Aragón y de Pamplona entre 1104 y 1134.
Uno de los personajes más imprtantes de la Reconquista ya que bajo su reinado llegó a duplicarse el territorio del reino de Aragón, llegando sus campañas hasta las ciudades de Valencia, Córdoba y Granada. Inflingio derrotas sonadas a los musulmanes, como las Valtierra, Cutanda, Anzul o Cullera. Por su fama, que traspasó fronteras se le conoció como El Batallador. En las crónicas de San Juan de la Peña del siglo XIV podemos leer: «clamabanlo don Alfonso batallador porque en Espayna no ovo tan buen cavallero que veynte nueve batallas vençió».

Reinó sobre León, Castilla, Toledo, Navarra y Aragón gracias a su matrimonio con Doña Urraca. Esto le valió para procalamarse Emperador de Leon y Rey de toda España.

A su muerte, y en lo que es uno de los episodios más controvertidos de su vida, legó sus reinos a las órdenes militares, lo que no fue aceptado por la nobleza, que eligió a su hermano Ramiro II el Monje en Aragón y a García Ramírez el Restaurador en Navarra, dividiendo su reino.

Cuando fue coronado, era rey de Aragón y Pamplona y comenzó su política de reconquista tomando la ciudad de Zaragoza y las ciudades que dependía de ella como Tudela, Huesca, Lérida, Tarragona y Calatayud y recibiendo vasallaje de Valencia y Denia trasladando sus fronteras hasta el sur del río Ebro. Incluso llegó a traspasar la frontera de Francia sitiando y tomando la ciudad de Bayona.

Con su matrimonio con Doña Urraca, llegó a dominar la práctica totalidad de Castilla, Leon y Galicia, sometiendo las ciudades de  Palencia, Burgos, Osma, Sahagú, Astorga y Orense, con una velocidad que le ganó reputación de invencible entre sus enemigos.

La gran extensión de los nuevos territorios incorporados al Reino de Aragón obligaba al Batallador a atraer gran cantidad de población para repoblar campos y villas y mantener la economía del país. Conociendo la insatisfacción de la numerosa población mozárabe en territorio musulmán ante el aumento del fanatismo religioso de la nueva corriente religiosa norteafricana almorávide, y alentado por los mozárabes de Granada, que le ofrecían su apoyo para rebelarse en esta ciudad del sur de al-Ándalus, Alfonso inició una expedición militar por tierras musulmanas. Recorrió importantes poblaciones del sur de Córdoba y llegó a la costa en Motril o Vélez-Málaga, donde de acuerdo a las crónicas mandó que le pescaran un pez antes de emprender el retorno cargado de botín y acompañado de numerosos mozárabes. Se estima que más de 10.000 le siguieron con la intención de asentarse en el reino cristiano. Quizá la cifra sea exagerada, pero lo cierto es que el Batallador declaró a estos mozárabes hombres libres a su regreso, otorgándoles privilegios y ventajas judiciales, fiscales, económicas y militares. Perseguido por las fuerzas almorávides, Alfonso logró sin embargo culminar el regreso a través de Cuenca y Albarracín en 1126.


A la muerte en Aragón de Gastón, el rey volvió a su reino dejando la política occitana a sus caballeros. En 1133 sitió y se hizo con Mequinenza, uno de los últimos bastiones islámicos en territorio aragonés, aunque con un ejército menguado sin los bearneses y gascones de Gastón, que habían vuelto en masa a su tierra. En el mismo año conquistó Horta de San Juan, que constituyó junto con Escarp y Morella el confín oriental del Aragón de Alfonso I.

En el verano de 1134 estaba el rey sitiando la fortaleza de Fraga con apenas quinientos caballeros cuando un ataque de la guarnición musulmana les sorprendió y derrotó el 17 de julio, recibiendo el veterano monarca graves heridas. Aunque logró huir y salvarse en primera instancia, complicaciones de las mismas causaron su muerte el 7 de septiembre de ese año en la localidad monegrina de Poleñino, siendo sepultado en el monasterio de Montearagón, cerca de Huesca.[] Según la Crónica de San Juan de la Peña, tenía 61 años de edad y había reinado durante la mitad de ellos

lunes, 19 de septiembre de 2011

LA RECONQUISTA V

ALFONSO VII: EL EMPERADOR
Fue el primer rey de leon y Castilla de la dinastía de Borgoña.
Era hijo de doña Urraca (hija de Alfonso VI, que reinó en Castilla entre 1109 y 1157) y de Raimundo de Borgoña. Su madre le reconoció como rey de Galicia en 1111.
Encabezó la resistencia de los castellanos contra las ambiciones de su padrastro, Alfonso I de Aragón, lo cual le llevó a realizar varias campañas para recuperar los territorios que el rey de aragón había retenido después de separarse de Doña Urraca. Las Paces de Támara (1127) evitaron el choque entre ambos y consolidaron a Alfonso VII en el trono castellano, al que había accedido un año antes.
A la muerte sin descendencia de Alfonso I de Aragón, intentó sin éxito apoderarse de este reino, pero si le valió para integrar a la corona de Leon La Rioja, Zaragoza, el vasallaje del rey de Navarra, del conde de Barcelona y de varios señores del sur de Francia.
Aprovechó esta situación para hacerse proclamar emperador (1135), expresando la pretensión leonesa de hegemonía peninsular y de exclusividad en la reconquista frente a los musulmanes.
Dichas pretensiones no se lograron, pues el reinado de Alfonso VII contempló una cierta disgregación de la Corona castellano-leonesa: por un lado, se vio obligado a reconocer la independencia de Alfonso I Enríquez como rey de Portugal (1143); por otro, al enfrentarse los reinos de Navarra y Aragón, hubo de optar por apoyar a uno de ellos frente al otro, lo cual le puso en guerra con García V de Navarra y le obligó a firmar con Aragón el Tratado de Tudellén (1151), por el que reconocía a Ramón Berenguer IV de Aragón el derecho a reconquistar Valencia, Denia y Murcia; roto ya el sueño imperial, al morir Alfonso repartió el reino entre sus hijos Sancho III (Castilla) y Fernando II (León).
En sus luchas de Reconquista cabe destacar que contó con la ayuda de cruzados genoveses y de caudillos hispanomusulmanes como Zafadola o Ibn Mardanish, conocido como el Rey Lobo.
En 1139 tomó el castillo de Colmenar de Oreja desde el que se amenazaba Toledo. En 1142 se hace con Coria, en 1144 con Jaén y Córdoba, aunque esta última volverá a caer ese mismo año en manos musulmanas.

En 1146 se produce una invasión almohade que tras desembarcar en Algeciras se hace con importantes territorios, por lo que Alfonso VII se ve obligado a pactar con el caudillo almorávide Ibn Ganiya para organizar la resistencia. Se entrevista con Ramón Berenguer IV y con García Ramírez y acuerdan la conquista de Almería en poder de los almohades. Para ello cuentan además con el apoyo de la flota genovesa y con cruzados franceses que responden al llamamiento que ha realizado el papa Eugenio III. Almería es tomada en octubre de 1147.

En 1157, los almohades recuperaron el control de la ciudad de Almería y Alfonso VII parte para intentar reconquistarla. Fracasa en el intento y cuando regresaba a León, muere el 21 de agosto, en el paraje de Fresnedas, camino de Alarcos, al poco de franquear. Su hijo Fernando le sucedió en el trono de León mientras que su otro hijo Sancho ocupó el trono de Castilla.

domingo, 21 de agosto de 2011

EL CID: DE VALENCIA HASTA EL FINAL

A pesar de lo que podría suponer para la Reconquista, ningún rey se había atrevido con Valencia. Estaba lejos, y para llegar a ella había que atravesar las tierras de varios reyezuelos y gobernadores moros colocadas entre sierras y desfiladeros. El Cid aprovechó ciertos disturbios interiores que había en la misma Valencia y con una lúcida tropa de castellanos y moros de Zaragoza se dirigió contra ella, presentándose como mediador y yendo en realidad en plan de ensayo y tanteo. Por el camino fue haciendo la labor más difícil, que era la de asegurarse las espaldas venciendo a los reeyezuelos intemedios. Así consumó la empresa y llegó hasta Valencia y consiguió entrar en la ciudad, pero no se apoderó de su gobierno. Se limitó a apaciguar los bandos enfrentados y asegurar en el trono al rey moro, haciéndolo su amigo y exigiéndole el pago de un tributo.
Ya se había retirado el Cid de Valencia, caundo empezaron a llegar noticias que le llenaron de inquietud. Como respuesta a la toma de Toledo por Alfonso VI, los reyes moros decidieron llamar en su socorro a los almorávides del norte de Africa. Estaban ya en españa y avanzaban rápidamente de Norte a Sur. Su empuje era arrollador y amenazaban con corvertir otra vez la España árabe en un reino único y fuerte como enla época de Córdoba. Es en tonces cuando al Cid le viene la idea nacional de Reconquista de forma clara y urgente. Ya no basta el sistema de razzias que se han venido empleando durante siglos. Ni bastan tampoco las alianzas y componendas con los reyezuelos moros. Ante las favorables noticias del avance de los almoravides, los moros de Valencia se han sublevado y destronado al rey amigo.

Hay que pensar en las conquistas serias y defiitivas, conservando los pueblos conquistados y permaneciendo en ellos. A su rey Alfonso VI le corresponde resistir a los almoravides por Castilla  y Portugal; a él le toca el sagrado deber de cortarles el paso por el Levante. El Cid reúne un ejército superiror al de antes y sale de nuevo sobre Valencia. Ahora va dejando guarniciones en los pueblos conquistados formando así una verdadera línea de combate. Rodea Valencia, le corta los caminos y el agua y la aprieta con verdadera impaciencia. A los pocos meses Valencia, enferma de hambre y de sed, tuvo que rendirse y sus puertas se abrieron para dar paso al Cid victorioso.

El Cid, leal vasallo siempre, toma posesión de Valencia en nombre de su rey Alfonso, y aún parece que le envión desde la cliudad ganada, regalos y presentes en señal de acatamiento. Este rasgo conmovió a los poetas del romancero que en repetidos versos cuentan la carta, a la par orgullosa y humilde, que desde Valencia enviaría el Cid a su Rey:
Poderoso rey Alfonso,
Reciba vuestra grandeza
de un hidalgo desterrado
la voluntad y la ofrenda:
que con su espada en dos años
te ha ganado el Cid más tierra
que te dejó el rey Fernando,
tu padre, que en gloria sea.

El Cid rápidamente atendió a todo. Convirtió en Catedral la Mezquita y estableció en el Alcázar su residencia. Hizo venir de Castilla a su mujer y sus hijas. Toda su sabiduría parda de aldeano de Burgos y todo su fino conocimiento de los moros, le fueron precisos para hacer su mando sabio, justo y prudente.
Los almorávides en su avance arrollador llegaron hasta las puertas de Valencia, pero allía habían sido detenidos por el Cid. Una y otra vez intentaron superar las murallas, pero se estrellaron siempre frente a las tropas del gran Campeador. Agotado de tan dura tarea y enfermo de fiebres muere en valencia. Tenía al morir cincuenta y siete años. Jimena Díaz conservó el gobierno de valencia algún tiempo, pero finalmente tuvo que pedir auxilio al rey Alfonso, pero este le contestó que no le era posible sostener una ciudad sitiada tan lejos de su reino. Entonces Jimena, con su gente, se decidió a abandonar Valencia y así acabó la magna empresa del Cid.

Por el camino que años antes recorriera victorioso, cruzando sierras y desfiladeros, va Jimena Díaz, con sus gentes, vestida de largas tocas de luto. Detrás de ella sobrre una mula, va un largo cofre, con argollas de hierro. Dentro va el cuerpo de Rodrigo Díaz, el Cid Campeador. Aquel muerto que cruzaba, de retorno de su amada Valencia, los campos de Aragón y Castilla, iba dejando tras desí u na lección viva. La lección de la idea total y nacional de la Reconquista. Cuando la lección fue aprendida y se siguió, vino la época de las grandes conquistas. Las victorias de San Fernando y de Jaime I el Conquistador: esas son las verdaderas batallas que el Cid ganó después de muerto.

lunes, 15 de agosto de 2011

EL CID SALE PARA EL DESTIERRO


El ciego sol se estrella
En las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga


Poco después de su boda el rey, tras otro conflicto con el Cid, ordena que este salga de su reino. El Cid respetuoso, besa la mano de su rey y se dispuso a salir ppor los caminos a buscar su pan y si gloria. Lleva consigo un ppelotón de buenos castellanos que voluntariamente se han prestado a seguirle y a ir con él a buscarse la vida y la fama. Son pocos, pero muy escogidos. Los mejores han querido venirse con él. La tropa del Cid es como un pedazo de Castilla en movimiento: hay en ella igualda y jerarquía, tanto el mando como la obediencia están hechos de dignidad y de amor. En una ocasión, al mandar levantar las tiendas de campaña para seguir caminando, vienen a decirle que la mujer del cocinero está enferma. El Cid pregunta cuánto tiempo creen que tardará en ponerse buena y poder caminar. Le dicen: “Diez días”. Y el Cid contesta: “Que vuelvan  a colocar las tiendas. Dentro de diez días nos pondremos en camino”.

Adelante…¿Hacia dónde? El Cid, hombre prudente, deberá seguir, por lo pronto, el camino que solían emprender en su tiempo todos los desterrados que se veían obligados a buscarse la vida. Deberá ir a ofrecer sus servicios a algún señor poderoso en unión de cuyas tropas su esfuerzo podrá ser más eficaz. Piensa primero en ofrecerse al Conde de Barcelona pero este no acepta el ofrecimiento del castellano. Entonces el Cid decide ofrecerse al rey moro de Zaragoza, que era aliado y amigo de su rey, Alfonso VI. Esta amistad y alianza era importantísima para el reino de Castilla, que de este modo tenía guardado su flanco o frontera del Este. El Cid, como buen castellano y vasallo del rey Alfonso, se decidió a ir a Zaragoza.

Después de varios días de camino el Cid pudo descubrir a lo lejos La Ciudad Blanca, que era el nombre que entonces se le daba a Zaragoza. La llamaban así por tener las murallas de piedra caliza. La blancura de la ciudad se veía desde muchas leguas de distancia y aún en las noches de poca luna parece ser que relucía en la oscuridad. Esto hacía pensar a los buenos cristianos que era un resplandor milagroso de candor y blancura que envolcía a Zaragoza por guardar en su interior a la Virgen del Pilar.A los pocos días , el Cid estaba en Zaragoza. El rey le acogió con muy buena amistad, y al poco tiempo, el Cid con su agudeza y buen sentido, se había apoderaado por completo de su afecto y era su amigo íntimo y consejero inseparable. El Cid aprendió árabe y se ganó la confianza de todos.

No aprovechó esta situación para apoderarse del reino en el que entró como amigo. Le bastaba que el reino fuera aliado de su rey, al que siempre guardó lealtad en su destierro, para no hacerlo. El Cid pensaba en una gran política española de atracción de los moros amigos y , para con auxilio de ellos, y aprovechando la desunión de los reyes de taifas, vencer a los reinos más cercanos de Valencia, Sevilla o Granada. Era una grande y hábil política de Reconquista. Desde su estancia en Zaragoza, el  Cid ya no dejó nunca de  en sus tropas bastantes moros aliados y amigos. Con la ayuda de estos, el Cid escogió Valencia como mira y objeto de su esfuerzo millitar. La situación de Valencia para la reconquista contra los árabes, significaba el corte en dos frentes de la zona mora; significaba dejar aislado y ya sin más recurso que hacerse del todo español, el reino de Zaragoza.