En el 218 AC los romanos pisan la península para cortar el avance cartaginés hacia Roma. Vencidos los cartagineses los romanos se asientan en Iberia. Finalmente, entre el 29 y 19 AC Roma vence a los cántabros. Es el momento a partir del cual podemos hablar de HISPANIA como unidad territorial, política, jurisdiccional e incluso cultural. Roma no lo tuvo fácil y necesitó dos siglos para romanizar la península, encontrando la firme oposición de los pueblos del interior y del norte: lusitanos, astures, cántabros, ilergetes, ausetanos…
De estos dos últimos pueblos eran caudillos nuestros héroes Indíbil y Mandonio de quienes algunas fuentes afirman que eran hermanos. Indíbil lideraba al pueblo ilergete, asentado en los alrededores de su capital Ilerda (Lérida). Mandonio por su parte, lideraba a los ausetanos, establecidos en torno a Ausa, actual Vich.
En principio eran aliados de los cartagineses para frenar el avance de Roma, incluso lucharon junto a Asdrúbal en la batalla en la que murió Publio Escipión. Posteriormente Publio Cornelio les convence de la traición cartaginesa y los ilergetes y ausetanos se alían a Roma, colaborando en la victoria final de Roma sobre Cartago. Pronto se dieron cuenta de que los planes de Roma no eran liberar a los pueblos celtibéricos si no ampliar sus dominios, por lo que Indíbil y Mandonio lideraron la lucha contra Escipión hasta que este finalmente les vence entre los años 206-204 AC.
Indíbil y Mandonio encarnan el espíritu hispano del sacrificio y del heroismo característico de nuestra piel de toro, gracias al cual se es capaz de renunciar a todo y enfrentarse a fuerzas inmensamente superiores siendo conscientes del final trágico que les esperaba.
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