Alfonso II de Asturias (c.760 - 842), apodado el Casto. Rey de Asturias en dos periodos distintos: primero, en el año 783, y posteriormente, entre los años 791 y 842, en que falleció.
Durante su reinado, que abarcó un periodo de cincuenta y un años, se descubrió en Galicia la tumba del Apóstol Santiago.
Se sabe que mantuvo contactos con el emperador Carlomagno, pues hay constancia de que tres delegaciones de la Gallaecia viajaron a la corte de los francos en los años 796, 797 y 798, aunque se desconocen los asuntos de los que trataron. Por una parte, se piensa que pudo ser para mantener la integridad de su reino frente a los ataques de los hermanos musulmanes Ibn-Mugait en el oriente de Asturias. Por otra, se cree que pudieron tener relación con la herejía adopcionista contra la que Carlomagno combatía activamente.
Saqueó Lisboa en 798 aprovechando disensiones en el gobierno de Córdoba y venció a los musulmanes en Narón y en Anceo (825). Gracias a las victorias sobre los musulmanes, afianza su presencia en Galicia, León y Castilla, que reorganizará políticamente.
Fijó su corte en Oviedo, en donde construyó varias iglesias y un palacio. En la actualidad sólo quedan restos de la iglesia de San Tirso. En las afueras de los límites del Oviedo de su época levantó la iglesia de Santullano.
La situación interna del reinado de Alfonso II tuvo un momento de gravedad entre los años 801 y 808, cuando el rey fue obligado a retirarse al monasterio de Ablaña ante la presión de un grupo nobiliario. Recuperó el trono gracias al noble Teudano, poniendo en marcha desde ese momento una importante labor de reorganización del reino, vinculándose a la herencia visigoda para reforzar el poder real. El autor anónimo de la Crónica Albeldense manifiesta que Alfonso restauró en Oviedo "todo el orden gótico toledano, tanto en la Iglesia como en Palacio".
La Crónica Sebastianense dice de él que murió en 842 «tras haber llevado por 52 años casta, sobria, inmaculada, piadosa y gloriosamente el gobierno del reino».
La tradición afirma que bajo su reinado se produjo el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago por un ermitaño en Compostela (814), hecho que convirtió a este lugar en uno de los más importantes centros de peregrinación de toda la cristiandad.
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