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viernes, 29 de junio de 2012

ALFONSO XI

Hijo de Fernando IV el Emplazado y de Constanza de Portugal y nieto de María de Molina, que ejerció la regencia durante su minoría de edad. Subió Alfonso al trono de Castilla y de León cuando tenía un año de edad. La mayoría de edad la alcanzó con 15 años, en 1325.
Nada más asumir el poder regio comenzó un trabajo laborioso en pro del fortalecimiento del poder real dividiendo a sus enemigos. Mostró así, desde la tierna infancia sus magníficas dotes de gobernante, no dudando en ejecutar a posibles opositores (Juan de Haro «el Tuerto» (1326), etc).

Durante su reinado consiguió llevar los límites cristianos hasta el Estrecho de Gibraltar tras la importante victoria en la batalla del Salado contra los Benimerines, en 1340 y la conquista del Reino de Algeciras en 1344. Una vez resuelto dicho conflicto puso todos sus esfuerzos de Reconquista luchando contra el rey moro de Granada.
Alfonso de la Cerda, en 1331, rindió un homenaje a Alfonso para dejar zanjadas sus pretensiones al trono castellano y leonés. En 1332 supo apagar, con la ayuda de sus súbditos, la revuelta que contra él hicieron Juan Manuel y Alfonso IV de Portugal. Dichos acontecimientos le hicieron descuidar la Reconquista, perdiendo Gibraltar.

Tanto Alfonso, como Abul-Hasán mandaron un importante contingente naval al estrecho, ya que sabían perfectamente la importancia de dicho punto geográfico en sus pretensiones de conquista. Alfonso obtuvo la ayuda de aragoneses y, el musulmán, de los genoveses. Tras la derrota de la escuadra castellana, al mando de Alonso Jofre Tenorio en 1340 obtuvieron una serie de victorias: primero en la Batalla del Salado el mismo año. A finales de ese año cercó Alcalá la Real, que consiguió tomar el 15 de agosto de 1341, sin que Yusuf I, ni su yahid Ridwan consiguieran aprovisionarla ni romper el cerco. El general de los «defensores de la fe» africanos, Ozmín, intentó llevar a las tropas cristianas a una trampa, pero el maestre de Santiago no cayó en ella y el 15 de agosto de 1341 Alcalá tuvo que rendirse. Días después lo harían Priego, Carcabuey, Rute y la torre Matrera. Los expulsados de Alcalá fueron asentados en Moclín para que mantuviesen su deseo de revancha.[2] Luego vino la batalla del río Palmones y finalmente la toma de Algeciras en 1344 tras un largo sitio.

Al comienzo de la Guerra de los Cien años, Alfonso se alió con Francia y consiguió firmar una tregua con los musulmanes de Granada. Una vez terminada dicha tregua, puso sitio a Gibraltar.

Se le apodó el Justiciero por la energía que tuvo que ejercer para mantener controlada a la nobleza ya desde que se hizo cargo del poder, no importándole en muchos casos para conseguir ese sometimiento recurrir al ajusticiamiento de los nobles o incluso a los asesinatos y emboscadas, como ocurrió con don Juan el Tuerto, en la Ciudad de Toro.

Falleció en el sitio de Gibraltar víctima de la peste negra, siendo así el único monarca de toda la Europa afectada en morir víctima de la enfermedad. Su cadáver fue llevado a Jerez de la Frontera donde se embalsamó y enterraron sus intestinos en la real capilla del alcázar. Su cuerpo fue posteriormente llevado a Sevilla y en 1371 trasladado a la Capilla Real de la Catedral de Córdoba, donde permaneció durante más de trescientos años, en compañía de su padre Fernando IV el Emplazado, también sepultado allí.
En 1736 fueron trasladados los restos de Fernando IV y Alfonso XI a la Real Colegiata de San Hipólito de dicha ciudad, fundada por Alfonso XI en 1343 en conmemoración de la Batalla del Salado. Los restos mortales de ambos monarcas reposan en sarcófagos de mármol rojo, construidos en 1846.

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